Escribo este artículo como una reflexión sobre lo mal gestionados que han estado los inmuebles públicos y privados en las ciudades españolas y el daño que nuestros dirigentes en connivencia con arquitectos, técnicos y diseñadores, han perpetrado durante los últimos años en España.
El Teatro Calderón de Madrid |
En las últimas semanas han ido apareciendo noticias sobre los diferentes ayuntamientos y gobiernos autonómicos y la puesta en subasta de su patrimonio inmobiliario. Ya sabéis, todos endeudados hasta las cejas, y con necesidad de efectivo se ponen a vender el patrimonio a precios ridículos. Llegan las empresas privadas nacionales y extranjeras y se hacen con los inmuebles.
Y sin embargo durante los últimos años se han estado construyendo multitud de nuevos centros de todo tipo, de oficinas, aeropuertos, centros deportivos, culturales. Y resulta que teníamos multitud de edificios que podían haber sido rehabilitados por un valor mucho menor, con una inversión más pequeña y con la ventaja de haber rehabilitado las zonas donde se encontraban.
Así nos encontramos por ejemplo con la Comunidad de Madrid, que hace poco fue objeto de un estudio por parte de varios periódicos nacionales donde se daba cuenta de varios edificios históricos que se encontraban en la ruina o en un estado deplorable. La comunidad, lejos de intentar rehabilitarlos, los está dejando en el olvido sin ningún tipo de protección o acción de reforma.
Pero vamos, no se limita solo a Madrid. También Cataluña, la Comunidad Valenciana, etc. Luego tenemos que realizar operaciones de patrocinio que dañan cualquier tipo de sensibilidad para poder mantener determinados centros históricos, como cambios de nombres ridículos por el de marcas comerciales, publicidades que enmascaran fachadas históricas, etc.
Qué queréis que os diga, como arquitecto, pero también como ciudadano me da una pena enorme que todo ese patrimonio se este perdiendo o deteriorando a marchas forzadas o se malvenda para que empresas, a las que no les interesa en absoluta la historia o el interés de esas obras, las compre a precio de saldo para en el mejor de los casos, cambiarlas la cara por completo si no es para destruirlos y construir algo nuevo en su lugar.
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